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EL HOMBRE Y SUS CUERPOS - EL CUERPO ASTRAL -

EL HOMBRE Y SUS CUERPOS
- EL CUERPO ASTRAL -


CAPÍTULO II
EL CUERPO ASTRAL

Hemos estudiado el cuerpo físico del hombre en sus partes invisible y visible, y comprendemos ya cómo el hombre, en su conciencia en estado de "vigilia", viviendo en el mundo físico, sólo puede demostrar aquella parte de sus conocimientos y poderes que le es posible expresar, por conducto del cuerpo físico. Conforme sea la perfección e imperfección de su desarrollo, así será la perfección o imperfección de su expresión en el plano físico; le limita mientras funciona en el mundo inferior, formando un verdadero círculo infranqueable a su alrededor. Lo que no puede pasar por él, no puede manifestarse en la tierra, y de aquí su importancia para el hombre que evoluciona. Del mismo modo, cuando el hombre funciona sin su cuerpo físico en otra región del Universo, el plano astral o mundo astral, sólo puede expresar en él la parte de sus conocimientos y facultades, aquella parte de sí mismo, en una palabra, que su cuerpo astral le permita manifestar. Es a la vez su vehículo y su limitación. El hombre es más que sus cuerpos; tiene en sí mucho que no puede manifestar ni el plano físico ni en el astral; pero todo lo que puede expresar puede considerarse como el hombre mismo en aquella región determinada del Universo. Lo que puede mostrar aquí abajo, está limitado por el cuerpo físico, y lo que puede mostrar en el mundo astral, está limitado por el cuerpo astral; y así veremos, a medida que nos elevemos en nuestro estudio a mundos superiores, que el hombre puede manifestar más y más de sí mismo, a medida que se desarrolla en su evolución y que perfecciona vehículos de conciencia más y más elevados. Conviene recordar al lector, toda vez que vamos a entrar en terreno compartivamente virgen y desconocido para la mayoría, que no pretendemos, en modo alguno, expresar conocimientos infalibles a un poder perfecto de observación. Pueden cometerse errores de observación y deducción en los planos superiores al físico lo mismo que en éste, y tal posibilidad no debe olvidarse. A medida que aumenta el conocimiento y se prolonga la práctica, mayor exactitud se alcanza, y los errores cesarán gradualmente. Pero como quien esto escribe es sólo un estudiante, puede cometer algunas equivocaciones de poca monta que necesiten rectificación más adelante. Pueden los errores deslizarse en los detalles, pero no tocarán los principios generales ni viciarán las principales conclusiones. El primer término, debe entenderse bien lo que significan las palabras plano astral o mundo astral. El mundo astral es una región definida de universo que rodea y penetra el mundo físico, pero que es imperceptible a la observación ordinaria, por estar constituido por una clase distinta de materia. Si se toma un átomo físico de fa última clase y se descompone, se desvanece en lo que concierne el mundo físico; pero se ve que está compuesto de numerosas partículas de la materia astral más grosera: la materia sólida del mundo astral3 . (3) La palabra "astral", estrellado, no es muy afortunada, pero se ha usado durante tantos siglos para expresar materia suprafísica, y sería difícil reemplazarla ahora. Probablemente fue escogida por los observadores en un principio, a consecuencia de la apariencia luminosa de la materia astral en comparación de la física. Hemos visto siete estados de materia física: sólido, líquido, gaseoso y cuatro etéreos, bajo los cuales se hallan clasificadas las innumerables combinaciones que constituyen el mundo físico. Del mismo modo tenemos siete estados subalternos de materia astral que comprenden los físicos, y bajo ellos pueden clasificarse las innumerables combinaciones que igualmente constituyen el mundo astral. Todos los átomos físicos tiene su envoltura astral, formando así la materia astral, lo que pudiera llamarse la matriz de la física, estando ésta embebida en la astral. La materia astral sirve de vehículo a Jiva, la Vida Una que todo lo anima, y por conducto de la materia astral, las corrientes de Jiva rodean, sostienen y alimentan cada partícula de materia física, dando lugar estas corrientes de Jiva, no sólo a lo que generalmente se llama fuerzas vitales, sino también a todas las energías eléctricas, magnéticas, químicas y otras, y a la atracción, cohesión, repulsión y semejantes, todas las cuales son diferenciaciones de la Vida Una, en la que los universos nadan ,como los peces en el mar. Del plano astral, que así compenetra al físico, Jiva pasa al éter de este último, el cual se convierte así en el vehículo de todas estas fuerzas, respecto a los estados inferiores de la materia física, en donde observamos sus funciones. Si imaginásemos al mundo físico desapareciendo de la existencia sin que tenga lugar ningún otro cambio, tendríamos todavía una copia perfecta del mismo en la materia astral; y si pensamos además que todos estamos dotados de facultades astrales activas, el hombre permanecería en un principio inconsciente de la diferencia en lo que le rodease; la gente que "muere" y que despierta en la región inferior del mundo astral, se encuentra a menudo en ese estado, y se cree que continúa viviendo en el mundo físico. Como la mayoría de entre nosotros no ha desarrollado aún la visión astral, es necesario insistir en esta realidad relativa del plano astral, como parte del universo fenomenal, y verlo con los ojos mentales, ya que no con los astrales. Es tan real como el físico, y de hecho, estando menos alejado de la Realidad Una, es más real aún; sus fenómenos se hallan a la vista de la observación competente, lo mismo que los del plano físico. Del mismo modo que un ciego no puede ver los objetos físicos, y que muchas cosas no pueden observarse sin la ayuda de instrumentos, como el microscopio, el espectroscopio, etc., asimismo sucede en el plano astral. La gente ciega astral no puede ver los objetos astrales, y muchas cosas se escapan a la visión astral ordinaria o clarividencia. Pero en el presente estado de evolución, muchas gentes pueden desarrollar los sentidos astrales, y los están desarrollando, hasta cierto punto. Estas personas están indudablemente sujetas a cometer muchos errores, como sucede con los niños cuando principian a hacer uso de los sentidos físicos; pero estos errores son corregidos por una experiencia mayor, y después de cierto tiempo pueden oír y ver con tanta exactitud como en el plano físico. No es conveniente forzar este desarrollo por medios artificiales, pues hasta que no se ha adquirido cierta fuerza espiritual deben contentarse con el mundo físico; pues el comenzar a ver y oír en el mundo astral, puede causar desórdenes y hasta no poca alarma. Pero se aproxima el tiempo en que ha de alcanzarse este estado, en que la realidad relativa de la parte astral del mundo invisible se haga patente a la ciencia que despierta. Para esto es necesario, no sólo tener un cuerpo astral, como todos tenemos, sino tenerlo completamente organizado y en estado de obrar, estando la conciencia acostumbrada a actuar en él, y no tan sólo a obrar por su medio en el cuerpo físico. Todo el mundo está constantemente obrando por medio del cuerpo astral, pero son relativamente pocos los que obran en él separados del cuerpo físico. Sin la acción general por medio del cuerpo astral, no habría relación entre el mundo externo y la mente del hombre; no habría conexión entre las impresiones recibidas por los sentidos físicos y su percepción por la mente. La impresión se convierte en una sensación en el cuerpo astral, y entonces es percibida por la mente. El cuerpo astral en el cual residen los centros de sensación, es llamado generalmente el hombre astral, como si al cuerpo físico lo llamáramos el hombre físico; pero por supuesto sólo es un vehículo, una funda, como lo llamarían los vedantinos, en la que el hombre funciona, y por cuyo medio alcanza y es alcanzado por el cuerpo físico, el vehículo más grosero. El cuerpo astral está formado de los siete estados de la materia astral, y puede contener materiales más groseros o más finos sacados de cada uno de aquellos estados. Es fácil describir a un hombre en un cuerpo astral bien formado; podemos imaginario abandonando el cuerpo físico y apareciendo en uno más sutil, una copia luminosa de aquél, visible en su propia semejanza para el clarividente, bien que invisible a la vista ordinaria. He dicho "un cuerpo astral bien formado", porque una persona no desarrollada presenta en su cuerpo astral una apariencia incipiente. Sus contornos son indefinidos, sus materiales son toscos y mal coordinados, y si se le saca del cuerpo es una mera nube flotando e informe, que desde luego se comprende que es impropia para obrar como vehículo independiente, es indudablemente más bien un fragmento de materia astral que un cuerpo astral organizado, una masa de protoplasma astral, de tipo ameboideo. Un cuerpo astral bien formado, significa que el hombre ha alcanzado un nivel verdaderamente elevado de cultura intelectual o desarrollo espiritual, de modo que la apariencia del cuerpo astral implica el progreso realizado por su dueño, por lo definido de los contornos, por la luminosidad de sus componentes y por lo perfecto de su organización; puede juzgarse del estado de evolución alcanzado por el Ego que lo usa. Respecto del modo de mejorarlo, asunto que a todos interesa, debe tenerse presente que el progreso del cuerpo astral depende por una parte de la purificación del cuerpo físico, y por otra de la purificación y desarrollo de la mente. El cuerpo astral es particularmente sensible a las impresiones del pensamiento, pues la materia astral responde más rápidamente que la física a todos los impulsos del mundo mental. Por ejemplo, si observamos el mundo astral, lo vemos lleno de formas que cambian constantemente; allí percibimos las "formas de pensamiento", formas compuestas de esencia elemental animadas por un pensamiento, y vemos también grandes masas de esta esencia elemental de la cual surgen constantemente formas, dentro de la cual vuelven a desaparecer; observando con cuidado podremos ver cómo las corrientes de pensamiento penetran en esta materia astral, cómo los pensamientos potentes se revisten de ella y persisten como entidades durante mucho tiempo, mientras que los pensamientos débiles se revisten fugazmente y se desvanecen luego, de modo que en todo mundo astral los cambios se suceden incesantemente bajo los impulsos del pensamiento. El cuerpo astral del hombre estando hecho de materia astral participa de esta facilidad para responder a los impulsos del pensamiento y responde en vibraciones a todos los pensamientos que le tocan, ya vengan de afuera de las mentes de otros hombres, o de adentro de la mente de su dueño. Estudiaremos este cuerpo astral bajo estos impulsos internos y externos. Vemos que compenetra el cuerpo físico o que se extiende a su alrededor en todas direcciones, como una nube de colores. Los colores varían según la naturaleza del hombre, con su naturaleza interior, animal y pasional, llamándose la parte fuera del cuerpo físico el aura kámica, como perteneciente al cuerpo de kama o de deseos, llamado comúnmente el cuerpo astral del hombre4 . Pues el cuerpo astral es el vehículo de la conciencia kámica del hombre, el asiento de todas las pasiones y deseos animales, el centro de los sentidos, como ya se ha dicho, en donde todas las sensaciones se originan. Cambia continuamente de color a medida que vibra bajo los impulsos del pensamiento; si un hombre se irrita, aparecen resplandores rojos; si siente amor, muéstranse rosa-encarnados. Si los pensamientos del hombre son elevados y nobles, exigen una materia astral más sutil para responder a ellos, y esto se puede percibir en el cuerpo astral por la carencia en él de las partículas más densas y groseras de cada subplano, que se hallan reemplazadas por las clases más raras y delicadas. El cuerpo astral de un hombre cuyos pensamientos son inferiores y animales, es grosero, basto, denso y de color oscuro, generalmente tan denso que los contornos del cuerpo físico casi se pierden en él; al paso que el de un hombre desarrollado es refinado, brillante, luminoso y de color claro: una cosa verdaderamente hermosa. En estos casos las pasiones inferiores han sido dominadas, y la acción selectiva de la mente ha refinado la materia astral. Así, pues, al pensar noblemente, purificamos el cuerpo astral, aún sin trabajar conscientemente en pro de este objeto. Y téngase presente que este trabajo interno ejerce una influencia potente en los pensamientos que se atraen de afuera al cuerpo astral; un cuerpo cuyo dueño le hace responder habitualmente a pensamientos malos, actúa como un imán respecto de las formas de pensamientos similares próximas, mientras que un cuerpo astral puro actúa sobre esos pensamientos con una energía repelente, y atrae a sí formas de pensamiento compuestas de materia afín a la suya. Como se ha dicho, el cuerpo astral está unido por un lado al físico, y es afectado por la pureza e impureza del mismo. Hemos visto que los sólidos, líquidos, gases y éteres de que está compuesto el cuerpo físico, pueden ser bastos o refinados, groseros o delicados. Su naturaleza afecta a su vez la naturaleza de las envolturas astrales correspondientes. Si somos descuidados e imprudentes con el físico, construimos en nuestro cuerpo denso partículas sólidas de clase impura, y atraemos la clase impura correspondiente que llamamos el astral sólido. Por otra parte, si construimos nuestros cuerpos densos con partículas sólidas de un tipo puro, atraeremos la clase más pura correspondiente de materia astral. A medida que llevamos a efecto la purificación del cuerpo físico, dándole alimentos y bebidas puras, excluyendo de nuestro régimen clases impuras de alimentos, tales como la sangre de los animales, el alcohol y otras cosas groseras y degradantes, no sólo mejoramos nuestro vehículo de conciencia físico, sino que también empezamos a purificar nuestro vehículo astral, tomando del mundo astral materiales más delicados y finos para su construcción. El efecto de esto no es sólo importante por lo que respecta a la (4) Esta separación del "aura" del hombre, como si fuera algo diferente de él, es errónea, aun cuando muy natural desde el punto de vista de la observación. El "aura" es la nube que rodea el cuerpo, en lenguaje ordinario; en realidad, el hombre vive en los diversos planos con la vestimenta que a cada uno de ellos corresponde, y todas estas envolturas o cuerpos se compenetran entre sí; el más pequeño e inferior es llamado el "cuerpo", y a las substancias mezcladas de las demás envolturas, se da el nombre de aura cuando se extienden fuera del cuerpo. El aura kámica, pues, es sólo aquella parte del cuerpo kámico que se extiende fuera del físico. presente vida terrestre, sino que también tiene una influencia marcada, como veremos más adelante, en el estado post mortem próximo, en la estancia en el mundo astral y también en la clase del cuerpo que en la próxima vida tendremos en la tierra. Ni es esto todo: las peores clases de alimento atraen al cuerpo astral entidades perniciosas pertenecientes al mundo astral, sino también con lo que llamamos los elementales de esta región. Estas son entidades de tipo superior e inferior que existen en este plano creadas por los pensamientos de los hombres; y hay también en el mundo astral hombres perversos aprisionados en sus cuerpos astrales y conocidos por elementarios. Los elementales son atraídos hacia la gente cuyo cuerpo' astral contiene materia afín con su naturaleza, al paso que los elementarios buscan, naturalmente, a los que están entregados a los vicios, a que ellos eran aficionados cuando se hallaban en la vida física. Una persona dotada de la visión astral ve, a su paso por las calles, hordas de asquerosos elementales agrupándose alrededor de las carnicerías; y en las cervecerías y tabernas se reúnen especialmente los elementarios, gozándose en las emanaciones impuras de los licores, e introduciéndose, cuando les es posible, en los mismos cuerpos de los bebedores. Estos seres son atraídos por los que construyen sus cuerpos con tales materiales, los cuales tienen esta atmósfera como parte de su vida astral. Lo mismo tiene lugar en cada grado del plano astral; a medida que purificamos la materia física, atraemos a nosotros los estados puros correspondientes de la materia astral. Ahora bien: las variedades de los cuerpos astrales dependen de la naturaleza de los materiales con que se construyen; a medida que por el procedimiento de la purificación hacemos a estos cuerpos más y más refinados, dejan de vibrar en contestación a los impulsos inferiores, y principian a responder a las influencias superiores del mundo astral. De este modo construimos un instrumento, el cual, aunque por su propia naturaleza es sensible a las influencias que vienen de afuera, pierde gradualmente la aptitud para responder a las vibraciones inferiores, y adquieren la de contestar a las superiores: un instrumento afinado de modo que sólo vibra en las notas altas. Del mismo modo que tomamos un alambre para producir una vibración simpática, eligiendo con este objeto su diámetro, longitud y tensión, así también podemos templar nuestros cuerpos astrales para que respondan con vibraciones simpáticas a las nobles armonías que a nuestro alrededor suenen en el mundo. Esto no es asunto de pura especulación o teoría: es un hecho científico. Así como templamos las cuerdas de un instrumento, podemos templar también las cuerdas del cuerpo astral; la ley de la causa y del efecto es tan efectiva en lo uno como en lo otro; apelamos a la ley, nos acogemos a ella y en ella confiamos. Lo que necesitamos es conocimientos y la voluntad para llevar estos conocimientos a la práctica. Este conocimiento se puede experimentar primeramente como mera hipótesis, con arreglo a los hechos conocidos en el mundo inferior; más adelante, a medida que se purifica el cuerpo astral, la hipótesis se cambiará en conocimiento; puede ser asunto de la observación directa, de modo que se llega a comprobar las teorías que en un principio se aceptaran sólo como hipótesis practicables. La posibilidad, pues, de dominar el mundo astral y de ser verdaderamente útiles en él, depende primeramente de todo este proceso de purificación. Hay sistemas definidos de Yoguismo, por los cuales puede ayudarse el desarrollo de los sentidos astrales de un modo racional y saludable; pero de nada sirve tratar de enseñarlos a quien no use estos simples medios preparatorios de purificación. Comúnmente la gente ansía ensayar algún método nuevo, extraordinario, para hacer progresos; pero es inútil instruir las gentes en el Yoguismo, cuando ni tan siquiera practican estos estados preparatorios en su vida ordinaria. Supongamos que se principia a enseñar una forma no preparada: la acogería ansiosamente, con entusiasmo, porque era nueva, porque era extraña, porque espera resulta. dos muy inmediatos, y antes de que hubiese pasado un año trabajando en ella, se cansaría del esfuerzo metódico de la misma en su vida diaria, y se desanimaría por la falta de inmediatos efectos; no acostumbrado a un esfuerzo persistente, sostenido con constancia día tras día, cejaría en su propósito y abandonaría el ejercicio; pasada la novedad, el cansancio dominaría. Si una persona no puede o no quiere cumplir el sencillo deber, comparativamente fácil, de purificar sus cuerpos físico y astral, usando una abstinencia temporal para romper los lazos de sus malos hábitos en las comidas y bebidas, es inútil que apetezca procedimientos más difíciles que le atraigan a causa de su novedad, y que abandonaría pronto como carga intolerable. Es inútil cuanto se hable sobre métodos especiales, mientras no se haya practicado por cierto tiempo estos modestos sistemas ordinarios; pero con, la purificación empezarán a mostrarse nuevas posibilidades. El discípulo verá aumentar gradualmente su conocimiento, se despertará una visión más penetrante; las vibraciones llegarán a él de todos lados, produciendo en él contestaciones que no se hubieran mostrado en los días de ceguera e impedimento. Más pronto o más tarde, con arreglo al Karma de su pasado, esta experiencia será suya, y lo mismo que el niño al dominar las letras del alfabeto siente el placer de poder leer un libro, así el que se dedique a estos estudios verá llegar a su conocimiento y bajo su dominio posibilidades que no había ni soñado en sus días de abandono; percibirá ante su vista nuevos horizontes de saber, un universo más vasto desarrollándose en todas direcciones. Si ahora, por algunos momentos, estudiamos el cuerpo astral actuando en los estados de sueño y de vigilia, podremos apreciar rápida y fácilmente sus funciones cuando se convierte en vehículo de la conciencia fuera del cuerpo. Si estudiamos una persona cuando está despierta y cuando está dormida, nos haremos cargo de un cambio muy marcado respecto del cuerpo astral; cuando está despierta, las actividades astrales -el cambio de colores y lo demás-todo se manifiesta en el cuerpo e inmediatamente a su alrededor; pero cuando duerme tiene lugar una separación y vemos el cuerpo físico -el cuerpo denso y el doble etéreo-que yacen solos en la cama, mientras que el cuerpo astral flota en el aire sobre ellos. Si la persona que estudiamos es de mediano desarrollo, el cuerpo astral, así separado del físico, es una masa algún tanto informe, según antes se describió; no puede ir lejos de su cuerpo físico, es inútil como vehículo de conciencia, y el hombre dentro de él está en un estado vago de soñolencia, no estando acostumbrado a actuar fuera de su vehículo físico; en una palabra, puede decirse que casi está dormido, faltándole el medio por cuyo conducto se ha acostumbrado a obrar, y no puede recibir impresiones definidas del mundo astral, ni expresarse claramente por medio del cuerpo astral pobremente organizado. Los centros de sensación en este último pueden ser afectados por formas de pensamiento pasajeras, y pueden responder en él a estímulos que despierten la naturaleza inferior; pero el efecto general que representa al observador, es el de un estado de vaguedad y de sueño, careciendo el cuerpo astral de toda actividad definida y flotando perezoso, incoherente, sobre la forma física dormida. Si sucediese algo que tendiese a llevarlo lejos de su compañero físico, éste se despertará, y el astral volverá a entrar en él inmediatamente. Pero si se observa una persona mucho más desarrollada, .por ejemplo, uno que esté acostumbrado a actuar en el mundo astral, y a usar el cuerpo astral con este objeto, se verá que cuando el cuerpo físico se duerme y el astral se desliza fuera, tenemos ante nosotros al hombre mismo en completa conciencia; el cuerpo astral está claramente delineado y definidamente organizado, siendo la imagen del hombre, y el hombre puede usarlo como vehículo, vehículo mucho más útil que el físico. Hállase por completo despierto, y trabaja mucho más activamente, con más exactitud y con mayores poderes de comprensión que cuando se halla confinado en su vehículo físico más denso, pudiendo moverse libremente y con inmensa rapidez a cualquier distancia, sin causar la menor perturbación al cuerpo que duerme en la cama. Si esta persona no ha aprendido aún a enlazar sus vehículos astral y físico; si hay una interrupción de la conciencia cuando se duerme, y el cuerpo astral se desliza fuera, entonces, al paso que él mismo se halla completamente despierto y en completa conciencia en el plano astral, no podrá imprimir el conocimiento de lo que ha estado haciendo durante su ausencia; en estas circunstancias su conciencia de "vigilia", como se acostumbra llamar la forma más limitada de vuestra conciencia, no participará de las experiencias del hombre en el mundo astral, no porque él no las conozca, sino porque el organismo físico es demasiado denso para recibir sus impresiones. Algunas veces, al despertarse el cuerpo físico, hay el sentimiento de algo que se ha experimentado, y de lo cual no hay recuerdo; sin embargo, este mismo sentimiento demuestra que ha habido un funcionamiento de la conciencia en el mundo astral aparte del cuerpo físico, aunque el cerebro no es lo suficientemente receptivo para obtener ni aún un recuerdo vago de lo que ha ocurrido. Otras veces, cuando el cuerpo astral vuelve al físico, el hombre consigue hacer una impresión pasajera en el doble etéreo y cuerpo denso, y cuando éste despierta, hay un recuerdo vívido de una experiencia obtenida en el mundo astral; pero el recuerdo se desvanece bien pronto y no se puede despertar, y cada esfuerzo hace más imposible el éxito, porque despierta fuertes vibraciones más sutiles del astral. También puede el hombre llegar a imprimir nuevos conocimientos en el cerebro físico, sin poder recordar cómo ni cuándo los obtuvo; en estos casos las ideas se despertarán en el estado de vigilia como engendradas espontáneamente; así se presentarán soluciones de problemas antes incomprensibles, y se hará luz en asuntos antes oscuros. Cuando esto sucede, es un signo lisonjero de progreso, pues demuestra que el cuerpo astral está bien organizado y funciona activamente en el mundo astral, aunque el cuerpo físico sea todavía sólo muy parcialmente receptivo. Algunas veces, sin embargo, el hombre consigue que el físico responda, y entonces tendremos lo que se considera como un sueño vívido, coherente y razonable: sueños de una clase que la mayoría de los pensadores han experimentado alguna vez, en que se sienten más vivos que "despiertos", pudiendo hasta adquirir conocimientos útiles en la vida física. Todos éstos son grados de progreso que señalan la evolución y el perfeccionamiento en la organización del cuerpo astral. Por otra parte, personas que están haciendo verdaderos y rápidos progresos espirituales, pueden estar funcionando del modo más activo y provechoso en el mundo astral, sin imprimir en su cerebro a su vuelta de aquél, ni el más ligero recuerdo de la obra en que han estado ocupados, aunque en su conciencia inferior pueden notar mayor claridad y un conocimiento mayor de las verdades espirituales. Hay un hecho que los estudiantes pueden tomar como estímulo, y en el que deben tener confianza, por más nula que sea su memoria física respecto de las experiencias suprafísicas: a medida que aprendemos a trabajar en pro de los demás, a medida que tratamos de ser más y más útiles al mundo, a medida que nos hacemos más fuertes .Y más firmes en nuestra devoción hacia los Hermanos Mayores de la Humanidad, y procuramos ejecutar, cada vez con más ardor, nuestra pequeña parte en su grande obra, estamos desarrollando de modo inevitable el cuerpo astral, y el poder de funcionar en él que nos hace ser más útiles; con memoria física o sin ella, dejamos nuestras prisiones físicas sumidas en profundo sueñe, y nos lanzamos a trabajar en el plano astral en obras de provecho, coadyuvando a la labor de gentes que de otra manera no hubiéramos podido alcanzar, prestando servicios y consuelos en condiciones que de otro modo no podríamos emplear. Esta evolución se verifica en aquellos que son puros de mente, elevados en pensamientos, y con su corazón dedicado al deseo de servir. Pueden trabajar durante muchos años en el plano astral, sin traer recuerdo alguno a sus conciencias inferiores, y emplearán poderes para el bien del mundo mucho más trascendentales de lo que se consideran capaces; éstos tendrán, cuando karma lo permita, la conciencia completa no interrumpida que pasa a voluntad del mundo astral al físico y viceversa; se construirá el puente que permite a la memoria cruzar de uno a otro sin esfuerzo, de modo que el hombre, al volver de su trabajo en el plano astral, se revestirá de su envoltura física sin perder nada de su conciencia. Esta certeza constituye una esperanza de los que escogen una vida de abnegación. Llegará día en que adquieran esta conciencia continuada, y entonces la vida no será para ellos de días de recuerdos y de noches de olvido, sino que será un todo continuado; el cuerpo físico se pone a un lado cuando necesite tomar descanso, y entretanto el hombre emplea su cuerpo astral para su trabajo en aquel mundo; se conservarán entonces los eslabones del pensamiento sin roturas, con conciencia de cuánto se deje el cuerpo físico, de cuándo se sale de él; con conciencia de la vida fuera de él, y del momento en que se vuelve a ocuparlo; de este modo, semana tras semana, año tras año, se conservará la conciencia continua e infatigable, la cual da la certidumbre absoluta de que el cuerpo es tan sólo una vestidura que se lleva, que se pone y se quita según se quiera, y no un instrumento indispensable para pensar y vivir. Se verá que lejos de ser necesario para ambas cosas, son, por el contrario, sin él, el pensamiento mucho más activo, y la vida mucho más desembarazada. Cuando el hombre ha alcanzado este estado, principia a comprender el mundo y su vida en él es mucho mejor que antes; comienza a penetrar mejor lo que halla ante sí, las posibilidades de la humanidad superior. Gradualmente llega a ver que del mismo modo que el hombre adquiere primeramente la conciencia física y luego la astral, podrá adquirir también estados de conciencia superiores, llevando su actividad a planos más elevados de mundos más vastos, ejerciendo poderes más trascendentes cuando actúa como servidor de los Maestros en ayuda y beneficio de la Humanidad. Entonces la vida física principia a reducirse a sus verdaderas proporciones, y nada de lo que pasa en el mundo de los sentidos puede afectarle ya, como sucedía antes de conocer la vida más amplia y más rica, siendo la muerte impotente para afectarle en nada que a él o a sus deseos de servir a los demás pueda referirse. La vida terrestre queda relegada a su verdadero lugar, como la parte menor de la actividad humana, y no volverá a ser tan oscura como antes, porque la luz de las regiones superiores brilla en sus más lóbregas profundidades. Dejando a un lado ahora el estudio de las funciones y posibilidades del cuerpo astral, pasemos a considerar ciertos fenómenos relacionados con él. Puede mostrarse a otras personas aparte del cuerpo físico, ya sea durante la vida terrestre o después de ésta. Una persona que tenga dominio completo sobre el cuerpo astral, puede dejar el físico en cualquier momento, y visitar a un amigo que se halle distante. Si la persona a quien visita es clarividente, esto es, si ha desarrollado la visión astral, verá el cuerpo astral de su amigo; de lo contrario, el visitante puede condensar ligeramente su vehículo, atrayendo de la atmósfera que lo rodea partículas de materia física, "materializándose" así lo suficiente para hacerse visible a la mirada física. Esta es la explicación de muchas apariciones de amigos, fenómenos que es mucho más común de lo que la gente se imagina, pues la gente tímida a quien sucede, suele callarlo, temerosa de que se rían de ella por supersticiosa. Afortunadamente este temor va disminuyendo, y si la gente tan sólo tuviese el valor y el buen sentido de decir lo que sabe que es verdad, pronto tendríamos gran cantidad de pruebas de la aparición de personas cuyos cuerpos físicos se encuentran muy lejos de los sitios donde sus cuerpos astrales se han manifestado. Estos cuerpos, en ciertas circunstancias, pueden ser vistos por los que normalmente no poseen la vista astral, sin necesidad de la materialización. Si el sistema nervioso de una persona se halla muy excitado. y el cuerpo físico extenuado de modo que el pulso lata más débilmente que de ordinario, la actividad nerviosa, que tanto depende del doble etéreo, puede ser anormal mente estimulada, y en estas condiciones el hombre llega a ser temporalmente vidente. Por ejemplo: una madre que sabe que su hijo está gravemente enfermo en país extranjero, y se halle atormentada por la ansiedad, puede, de este modo, ser susceptible a las vibraciones astrales, especialmente en las horas de la noche, cuando la vitalidad está en su punto más bajo; en estas condiciones, si su hijo está pensando en ella. y su cuerpo físico se halla inconsciente de modo que le permita visitarla astral mente, es muy probable que ella pueda verlo. Más a menudo tiene lugar semejantes visitas cuando la persona acaba de fallecer y de abandonar el cuerpo físico. Estas apariciones no son muy raras, especialmente cuando el moribundo tiene gran. deseo de ver a una persona a quien quiera en extremo, o cuando ansía comunicar alguna cosa especial y ha fallecido sin poderlo verificar. Si seguimos al cuerpo astral después de la muerte, cuando se ha abandonado el doble etéreo así como el cuerpo denso, observaremos un cambio en su apariencia. Durante su conexión con el cuerpo físico, los subestados de la materia astral se hallan mezclados entre sí, compenetrándose y confundiéndose las clases más densas y las más rarificadas. Pero después de la muerte tiene lugar una nueva disposición, y las partículas de los diferentes subestados se separan unas de otras, y, por decirlo así, se agrupan por el orden de sus respectivas densidades, asumiendo de este modo el cuerpo astral una constitución por capas, o convirtiéndose en una serie de células concéntricas, de las cuales las más densas están por fuera. En este punto se manifiesta de nuevo la importancia que tiene la purificación del cuerpo astral durante la vida en la tierra; pues vemos que después de la muerte, no ha de colocarse a voluntad en cualquier nivel. del plano astral. Este mundo tiene siete subplanos, y el hombre se encuentra limitado a aquel subplano a que pertenece la capa externa; cuando esta primera envoltura se desintegra, pasa al subplano próximo, y así sucesivamente. Un hombre de tendencias muy bajas y animales, tendrá en su cuerpo astral mucha parte de la clase más densa y grosera de materia astral; y esto lo mantendrá sujeto al nivel más bajo de Kamaloka; hasta que esta envoltura se desintegre en gran parte, el hombre permanece prisionero en esta sección del mundo astral, y sufre las molestias de una localidad de las menos apetecibles. Cuando esta capa más externa está lo suficientemente desintegrada para permitir la salida, el hombre pasa al nivel próximo del mundo astral, o mejor dicho, puede ponerse en contacto con las vibraciones del subplano siguiente de materia astral, por lo que le parece que se encuentra en una región diferente; allí permanece hasta que la capa del sexto subplano se disipa y le permite pasar al quinto; correspondiente la duración de su permanencia en cada subplano a la fuerza de aquellas partes de su naturaleza representadas en el cuerpo astral por la cantidad de materia perteneciente a aquel plano. Así, pues, mientras mayor sea la cantidad de materia de los subestados más groseros, más tiempo permanece en los niveles inferiores de Kamaloka; y mientras con más prontitud pueda desprenderse de tales elementos, más breve será el tiempo que haya de pasar en este mundo. Aun cuando los materiales más groseros no estén eliminados por completo, pues para su completa extinción es necesario un procedimiento largo y difícil, la conciencia puede estar, durante la vida terrestre, tan apartada de las pasiones inferiores, que la materia por la cual pueden éstas manifestarse cesa de funcionar activamente como vehículo de conciencia, y, por decirlo así, se atrofia. En este caso, aunque el hombre puede ser detenido algún tiempo en los niveles inferiores, dormirá apaciblemente en ellos, sin experimentar las sensaciones desagradables que les son peculiares. Con su conciencia había cesado de buscar expresión por medio de estas clases de materia, ya no puede ponerse en contacto por su medio con el plano astral. El paso por Kamaloka de uno que ha purificado su cuerpo astral, de modo que sólo ha retenido en él los elementos más puros y sutiles de cada subplano, aquellos que sólo un grado más pasarían inmediatamente a la materia del subplano superior siguiente, es verdaderamente veloz. Hay un punto entre cada dos subestados de materia, conocido como el punto o estado crítico; el hielo puede llevarse a un punto donde el aumento más insignificante de calor, puede convertirlo en líquido; el agua puede elevarse a un estado donde el menor calor puede cambiarla en vapor. Del mismo modo, cada subestado de materia astral puede llevarse a un punto en donde cualquier refinamiento mayor puede transformarla en el subestado próximo. Si esto ha sido hecho en cada subestado de materia del cuerpo astral, si ha sido purificado éste hasta el último grado posible de delicadeza, entonces su paso por Kamaloka será de rapidez inconcebible, y el hombre pasará a través de él como un relámpago, sin tropiezos en su cambio a regiones superiores. Queda por tratar otro asunto relacionado con la purificación del cuerpo astral, mediante un procedimiento físico y mental; tal es el efecto de esta purificación en el nuevo cuerpo astral que a su debido tiempo ha de formarse para la próxima encarnación. Cuando el hombre pasa del Kamaloka al Devachán, no puede llevar allí formas de pensamiento del mal género; la materia astral no puede existir en el nivel devachánico, ni la materia devachánica puede responder a las vibraciones groseras de las malas pasiones y deseos. Por tanto, todo lo que el hombre puede llevar consigo cuando se desprende de los restos del cuerpo astral, son los gérmenes latentes o las tendencias, las cuales, cuando pueden encontrar expresión apropiada, se manifiestan como pensamientos y pasiones malas en el mundo astral. Lleva aquellos gérmenes o tendencias latentes a la vida devachánica, y cuando vuelve a la reencarnación les trae consigo y las exterioriza. Entonces atraen a sí del mundo astral, por una especie de afinidad magnética, los materiales propios para su manifestación, y se revisten de la materia astral en armonía con su propia naturaleza, formando así parte del cuerpo astral del hombre para la encarnación inmediata. Así, pues, no sólo estamos ahora viviendo en un cuerpo astral, sino que estamos modelando el tipo del que tendremos en otro nacimiento; razón de más para purificar el cuerpo astral presente tanto como sea posible, poniendo en práctica nuestros conocimientos actuales para asegurar nuestro progreso futuro. Todas nuestras vías están enlazadas y ninguna puede separarse de las que la han precedido ni de las que están por venir. A la verdad, sólo tenemos una vida de la que lo que llamamos vidas sólo son realmente los momentos. Nunca empezamos una vida con una hoja en blanco, sobre la cual se ha de escribir una historia completamente nueva; no hacemos más que principiar un nuevo capítulo para desarrollar el plano antiguo. No podemos desprendemos de las responsabilidades kármicas de una vida precedente pasando por la muerte, así como no podemos desembarazarnos de las deudas pecuniarias en que incurrimos un día por el sueño de una noche; si contraemos hoy una deuda, no estamos libres de ella mañana, sino que la reclamación se presenta hasta que se haya pagado. La vida del hombre es continua, sin interrupción; las vidas terrestres están enlazadas y no aisladas. Los procesos de purificación y de desarrollo son también continuos y tienen que desenvolverse por medio de vidas terrestres Sucesivas. A cada cual le llega á su vez el momento de principiar la obra de su regeneración, el momento de sentirse cansado de las sensaciones de la naturaleza inferior, de estar Sujeto a lo animal, de estar sometido a la tiranía de los sentidos; y entonces el hombre se decidirá a romper los lazos de su cautiverio. ¿Por qué hemos de prolongar más este cautiverio, cuando está en nuestra mano el destruirlo en todo momento? Tenemos derecho para escoger; nuestra voluntad es libre, y dado que todos hemos de encontramos un día en el mundo Superior, ¿por qué no hemos de principiar desde luego a romper nuestras cadenas y a reclamar nuestra herencia divina? El principio de la destrucción de nuestras ligaduras, de la obtención de la libertad, es cuando un hombre se determina a que su naturaleza inferior sea servidora de la Superior, a empezar aquí en el plano de la conciencia física la construcción de los cuerpos superiores, tratando de comprender aquellas elevadas Posibilidades que son suyas por derecho divino, y que sólo están oscurecidas por el animal en que vive.


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