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RAZAS Y RONDAS |
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RAZAS Y RONDAS
Durante el gran día cósmico, las oleadas de vida o chispas virginales van atravesando siete períodos de manifestación, o rondas sucesivas, constituyendo estas últimas la evolución planetaria.
PRIMERA RONDA O RONDA MENTAL
Primer período de manifestación, durante el cual los globos planetarios no tiene consistencia, están formados por substancia muy sutil, son obscuros y disponen de calor. La naturaleza toda es mental, las formas ya dibujadas en la mente cósmica, irán tomando diferentes grados de densidad en sucesivos períodos de manifestación.
SEGUNDA RONDA O RONDA ASTRAL
Después de un período de reposo cósmico, la vida recapituló la época anterior y se inició la segunda ronda: La tierra astral. Los globos planetarios son esferas brillantes y luminosas, siendo el espacio exterior obscuro. La tierra brilla y resplandece con los coloridos inefables de la luz astral: Un fuego desprendido del sol y fijado en la tierra por la fuerza de gravedad y el peso de la atmósfera. La materia de todas las cosas es la misma luz astral.
TERCERA RONDA O RONDA ETÉRICA
Pasado el reposo cósmico y los procesos de recapitulación de períodos anteriores, se inicio el alba de la ronda etérica. El globo planetario es predominantemente húmedo, describiéndose como una masa ígnea brillante, formándose por el frío del espacio exterior una superficie acuosa en torno a la masa radiante, originándose vapor y una niebla ígnea. Por donde quiera se veían lagos inmensos y mares dilatados. Las montañas eran transparentes como el cristal y de un color obscuro muy hermoso. Este es el color predominante de la tierra etérica. La flora y la fauna de ese tiempo era muy diferente a la actual; minerales, vegetales y animales se confundían en cierta medida, todavía no estaban completamente diferenciados, había entre los árboles una marcada tendencia a inclinarse hacia abajo, formando con sus ramas y hojas formas cóncavas, como gigantescos paraguas. Se adivinaba en todo lo existente la tendencia descendente de la vida hacia la materia. La naturaleza es una escritura viviente.
CUARTA RONDA O RONDA FISICA
La naturaleza recapituló los pasados períodos cósmicos a dando paso a nuestra época físico-química. El calor y la humedad cristalizaron la substancia en las actuales formas materiales. La tierra físico-química evoluciona bajo las leyes del karma planetario. Durante la presente ronda deben manifestarse siete razas-madre o siete razas-raíz. Las razas humanas nacen la una de la otra, crecen, se desarrollan, envejecen y mueren. Cada raza-madre se divide en siete sub-razas y éstas a su vez se ramifican en innumerables familias y tribus.
PRIMERA RAZA- RAIZ O PROTOPLASMATICA
Habitó lo que hoy conocemos como el casquete polar Norte, la tierra Asgart, citada en antiquísimas tradiciones como la lejana Thule paradisíaca, la isla de cristal. La raza polar se desenvolvió en un ambiente totalmente distinto al actual. En aquella época la tierra era propiamente semi-etérica, semi-física; las montañas conservaban su transparencia y la tierra toda resplandecía gloriosamente con un bellísimo color etérico intenso. Producto maravilloso de incesantes evoluciones y transformaciones que otrora se iniciaran desde el estado germinal primitivo, la primera raza surgió de las dimensiones completa y perfecta. Incuestionablemente la primera raza jamás poseyó elementos rudimentarios ni fuegos incipientes. Para bien de la gran causa lanzaremos en forma enfática el siguiente enunciado: “Antes que la primera raza humana saliera de la cuarta coordenada para hacerse visible y tangible en el mundo tridimensional, hubo de gestarse completamente dentro del Jagad-Yoni, la Matriz del Mundo”. Extraordinaria humanidad primigenia, andróginos sublimes totalmente divinos, seres inefables más allá del bien y del mal. Prototipos de perfección eterna para todos lo tiempos, seres excelentes semi-físicos, semi-etéricos con cuerpos protoplasmáticos indestructibles de bello color negro, elásticos y dúctiles capaces de flotar en la atmósfera. Con el material plástico y etéreo de esta tierra primigenia se construyeron ciudades, palacios y templos grandiosos. Resultan interesantísimos los rituales cósmicos de esta época. La construcción del templo era perfecta. En las vestiduras se combinaban los colores blancos y negros para representar la lucha entre el espíritu y la materia. Los símbolo y objetos de trabajo se usaban invertidos para representar el drama que se proyecta en los siglos: El descenso del espíritu hacia la materia. La vida estaba hasta ahora materializándose y debía dársele expresión simbólica. Su escritura gráfica fueron los caracteres Rúnicos, de gran poder esotérico. Es ostensible que todos esos ingentes eran sagrados personificados de los poderes mas ocultos de la naturaleza. Esa fue la edad del fisíparismo, aquellas criaturas se reproducían mediante el acto sexual fisíparo, “Según se ha visto en la división celular nucleada, en la que el núcleo se divide en dos sub-núcleos, los cuales o bien se desarrollan dentro de la pared celular o la rompen y se multiplican hacia el exterior como entidades independientes.” En aquellos seres andróginos (elementos masculino y femenino perfectamente integrados) la energía sexual operaba en forma diferente a la actual, y en determinado momento el organismo original del padre-madre se dividía en dos mitades exactas, multiplicándose al exterior como entidades independientes, proceso similar a la multiplicación por bipartición o división celular. El hijo andrógino sosteníase por un tiempo del padre-madre. Cada uno de esos sucesos de la reproducción original, primigenia, era celebrado con rituales y fiestas. Incuestionablemente la isla sagrada, cuna del primer hombre y morada del último mortal divino, existe todavía en la cuarta dimensión como insólita morada de los hijos del crepúsculo, padres preceptores de la humanidad. Tierra del amanecer, mansión imperecedera, celeste paraíso de clima primaveral allende los mares ignotos del polo Norte. Magnífico luce en el Septentrión aquel Edén de la cuarta coordenada, continente firme en medio del gran océano. “Ni por tierra ni por mar se logra llegar a la Tierra Sagrada”, repite vehementemente la tradición helénica. “Sólo el vuelo del espíritu pude conducir a ella”, dicen con gran solemnidad los viejos sabios del mundo oriental.
SEGUNDA RAZA RAIZ O HIPERBÓREA
Esta raza apareció en el escenario terrestre como resultado de las incesantes transformaciones que a través del tiempo experimentó la primera Gran Raza Raíz. Habitó las regiones boreales que como herradura continental circundan el casquete polar del Norte, ocupando el actual norte de Asia, Groenlandia, Suecia, Noruega, etc. Extendiéndose hasta las Islas Británicas. Esta fue la época de variadisimas mutaciones en la naturaleza. Gran diversidad de especies se gestaron en el tubo de ensayo de la naturaleza, cuyos tres reinos todavía no estaban diferenciados. El clima es tropical y la tierra cubierta de gran vegetación. El ser humano continuaba siendo andrógino, reproduciéndose por brotación, sistema que continua activo en vegetales. Es imposible restos de primeras Razas primigenias porque la Tierra estaba constituida de protomateria, semi-etérica, semi-física. Sólo en las memorias de la naturaleza pueden los grandes clarividentes estudiar la historia de estas razas.
TERCERA RAZA RAIZ O LEMÚRICA
De esa segunda raza de andróginos divinos precedió a su vez la tercera raza raíz, los Duplos gigantes hermafroditas, colosales, imponentes. La civilización Lemúrica floreció maravillosa en el continente Mu o Lemuria, volcánica tierra en el océano Pacífico. El planeta llegó al actual grado de materialidad, propio de esta ronda físico-química. Como todas las formas entonces existentes en la Tierra, el hombre era de estatura gigantesca. La reproducción era por generación ovípara produciendo seres hermafroditas y más tarde con predominio de un solo sexo, hasta que por fin nacieron del huevo varones y hembras. En la quinta sub-raza empieza el huevo a quedar retenido en el sexo materno, nace la criatura débil y desvalida. Por último, en la sexta y séptima sub-razas es general la generación por ayuntamiento de sexos. La reproducción sexual se hacía entonces bajo la dirección de los Kumarats, seres divinales que regían los templos. Pero en la segunda mitad del período Lemúrico comenzaron a fornicar, es decir desperdiciar el esperma sagrado, aunque tan solo lo hacían para continuación de la especie. Entonces los dioses castigan a la humanidad pecadora (Adán-Eva) arrojándoles fuera del Edén paradisíaco, la Tierra Prometida. Donde los ríos de agua pura de vida manan leche y miel. El ser humano se expresaba en el lenguaje universal, teniendo poder su verbo sobre el fuego, el aire, el agua y la tierra. Podía percibir el aura de los mundos en el espacio infinito y disponían de maravillosas facultades espirituales que fue perdiendo como consecuencia del pecado original. Fue esta una época de inestabilidad en la corteza terrestre, debido a la constante formación de volcanes y nuevas tierras. Al fin, a través de 10,000 años de gigantescos terremotos y maremotos, el gigantesco continente Mu se fue desmembrando y hundiendo entre las olas del océano Pacífico. Encontramos sus vestigios en la Isla de Pascua, Australia, la Oceanía, etc.
CUARTA RAZA RAIZ O ATLANTE
Después que la humanidad hermafrodita se dividió en sexos opuestos, transformados por la naturaleza en maquinas, portadoras de criaturas, surgió la cuarta raza raíz sobre el geológico escenario Atlante ubicado en el océano que lleva su nombre. Fue engendrada por la tercera raza hace unos ocho millones de años atrás, a cuyo fin el Manú de la cuarta raza eligió de entre la anterior los tipos más adecuados, a quienes condujo a la imperecedera Tierra Sagrada para librarlos del cataclismo lemuriano. La Atlántida ocupaba casi toda el área actualmente cubierta por la parte septentrional del océano Atlántico, llegando por el NE hasta Escocia, por el NO hasta el Labrador y cubriendo por el Sur la mayor parte del Brasil. Los Atlantes -de estatura superior a la actual- poseyeron una alta tecnología, la que combinaron, con la magia, pero al final degeneraron y fueron destruidos. H. P. Blavatsky, refiriéndose a la Atlántida, dice textualmente en sus estancias Antropológicas: “Construyeron templos para el cuerpo humano, rindiendo culto a varones y hembras. Entonces cesó de funcionar el tercer ojo (el ojo de la intuición y de la doble vista). Construyeron enormes ciudades, labraron sus propias imágenes según su tamaño y semejanza y las adoraron...” “Fuegos internos habían ya destruido la tierra de sus padres (la Lemuria) y el agua amenazaba a la cuarta raza ( la Atlántida)”. Sucesivos cataclismos acabaron con la Atlántida, cuyo final ha sido recogido en todas las tradiciones antiguas como el Diluvio Universal. La época de sumersión de la Atlántida fue realmente una era de cambios geológicos. Emergieron del seno profundo de los mares otras tierras firmes que formaron nuevas islas y nuevos continentes.
QUINTA RAZA RAIZ O ARIA.
Es la raza blanca del globo. Hace ya un millón de años que el Manú Vaivaswata (Noé bíblico) seleccionó la sub-raza protosemítica de la raza Atlante las simientes de la quinta Raza-Madre y las condujo a la imperecedera Tierra Sagrada. Edad tras edad fue modelando el núcleo de la humanidad futura. Aquellos que lograron cristalizar las virtudes del alma acompañaron al Manú en su éxodo al Asia Central, donde moró por largo tiempo fijando allí la residencia de la Raza, cuyos brotes habían de ramificarse en diversas direcciones. He aquí las siete sub-razas o brotes del tronco ario-atlante: La primera sub-raza se desenvolvió en la Meseta Central del Asia, más concretamente en la región del Tíbet, y tuvo una poderosa civilización esotérica. La segunda sub-raza floreció la sabiduría en el Sur de Asia en la época pre-védica y entonces se conoció la sabiduría de los Rishis del Indostán, los esplendores del antiguo Imperio Chino, etc. La tercera sub-raza se desenvolvió maravillosamente en el Egipto (de directa ascendencia Atlante), Persia, Caldea, etc. La cuarta sub-raza resplandeció con las civilizaciones de Grecia y Roma. La quinta sub-raza fue perfectamente manifiesta con Alemania, Inglaterra y otros países. La sexta sub-raza resultó de la mezcla de los españoles con las razas autóctonas de Indoamérica. La séptima sub-raza está perfectamente manifiesta en el resultado de todas esas mezclas de diversas razas, tal como hoy lo podemos evidenciar en el territorio de los Estados Unidos. Nuestra actual raza terminará con un gran cataclismo. La sexta raza (Raza Koradhi) vivirá en una Tierra transformada y la séptima será la última. Después estas siete razas, la Tierra se convertirá en una nueva luna.
RONDAS FUTURAS
La futura quinta ronda se desarrollará en el mundo etérico, la sexta en el mundo astral y la séptima en el mental. Después vendrá la Gran Noche Cósmica.
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