El número de Fibonacci es una sucesión de cifras que ha dado lugar a no pocas teorías, demostrándose que esta sucesión está presentes en la naturaleza de forma estable, ya sea en la organización de los panales de las abejas, o incluso en la descendencia de los zánganos. Leonardo Fibonacci, también llamado Leonardo Pisano, fue un calculista que nació y murió en la ciudad de Pisa, en Italia, del 1175 a 1240.
Dedicó su vida a recopilar todas las enseñanzas que recogió en sus numerosos viajes al mundo árabe, de quienes difundió sus principios de cálculo en el mundo occidental.
A esta presentación agregó una explicación de procedimientos algebraicos y aplicaciones a numerosos problemas.
Leonardo nació en Pisa, era hijo de Bonaccio, de ahí su nombre Fibonacci, que significa "hijo de Bonaccio". De su padre aprendió todo lo referente a los números, ya que era director de una aduana en Argelia. Bonaccio, necesitaba que su hijo supiese de números, por lo que obligó a su hijo a estudiar aritmética posicional hindú.
El aporte de Fibonacci a la matemática es muy grande, pero sin duda por lo que más se le conoce es por crear la suceción de números que lleva su nombre.
Los conocidos como Números Fibonachi, fueron un intento de describir el crecimiento de una población teniendo en cuenta que cada individuo tendría dos hijos a lo largo de su vida.
Esta sucesión seguía una fórmula sencilla: Fn = Fn-1 + Fn-2. A raíz de esta fórmula, la sucesión que el matemático italiano estableció fue la siguiente: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, etcétera. donde cada elemento restante es la suma de los dos anteriores. Pero sin duda, lo más interesante de esta fórmula matemática, es que aparece en una gran cantidad de los elementos de la naturaleza.
Los números de Fibonacci son utilizados en los estudios sobre el azar, en clasificación de datos e incluso en los mecanismos para recuperar información en las computadoras, así como en los famosos fractales, objeto semi geométrico cuya estructura básica se repite a diferentes escalas, como por ejemplo un copo de nieve o una nube.
Una de las aplicaciones más conocida de esta serie es la que rige la estructura de los caparazones espirales de muchos caracoles, así como ciertas proporciones de la anatomía humana, animal y vegetal.
Además, también se han hallado la misma estrutura en manifestaciones de artes plásticas, la arquitectura y la poesía, por ejemplo en la obra de Virgilio, la Eneida.
Dentro de la ciencias naturales, encontramos esta misma estructura en la disposición de las semillas de los girasoles, ubicadas en la gran parte central en forma de espiral con funciones logarítmicas.
Un grupo gira en sentido horario y otro en el antihorario.
Las abejas también tienen relación con las series de Fibonacci, por ejemplo en la colocación de las celdas de una colmena, en las que sólo hay una ruta posible para ir a la siguiente celda, dos hacia la siguiente y así sucesivamente según la serie.
Además, los machos o zánganos de la colmena tienen árboles genealógicos que siguen estrictamente la misma distribución, no tienen padre, por lo que sólo hay una madre, dos abuelos... y así siguiendo la serie propuesta por el matemático.
Esta fórmula, la encontramos en la distribución de las falanges de la propia mano del ser humano.
En la disciplina de la física, también se ve reflejada esta sucesión.
Si se colocan dos láminas planas de vidrio en contacto y se proyectan rayos de luz sobre ellas que las atraviesen, algunos, dependiendo del ángulo de incidencia, las atravesarán sin reflejarse, pero otros sufrirán una reflexión.
El rayo que no sufre reflexión tiene sólo una trayectoria posible de salida; el que sufre una reflexión tiene dos rutas posibles; el que sufre dos reflexiones, tres trayectorias, el que experimenta tres reflexiones, cinco... Este número ha dado mucho que hablar y ha servido de inspiración también para varias obras literarias y no menos películas.
Por ejemplo en la famosa novela de Dan Brown, "El código Da Vinci" aparece una versión desordenada de los primeros ocho números de Fibonacci que funcionan como una pista dejada por el conservador del museo del Louvre, Jacques Saunière.
Esta misma sucesión la podemos encontrar en el álbum Lateralus de la banda estadounidense Tool, en la que los patrones de la batería de la canción Lateralus siguen el mismo patrón de la sucesión de Fibonacci del número 13 (el número de pistas del disco): 1,1,2,3,5,8,13,1,1,2,3,5,8,13,1,1,...